
Todos esos factores están presentes pero sobresalen los puntos 2, 6 y 7. Como la cabeza de la institución siempre está ausente pues vive fuera de la ciudad de México, solo llega a dar de gritos. Ninguno de los empleados tiene contrato. El subdirector ni siquiera tiene licenciatura y no tiene experiencia laboral en otro lugar. Una de las secretarias, que también hace de conserje y tampoco tiene estudios, toma decisiones sobre el trabajo de los demás. Aún así, hay ceremonias en las cuales todos comen y beben. La máscara de la mentira tiene más valor que la educación que se presta. Toda una vergüenza para la sociedad nikkei en México.